Entrevista – Marion Harper

Comparación

Como en la playa virgen
dobla el viento
el leve junco verde
que dibuja
un delicado círculo en la arena
así en mí
tu recuerdo.

Idea Vilariño, poeta uruguaya.

La imagen de una playa y una pequeña niña rubia nos transportan a un ejercicio de introspección hecho música y titulado Hydrangea. La excusa perfecta para un encuentro una tarde de viernes con la protagonista de esas fotos y la autora de los temas que componen el álbum. “Con Hydrangea he querido presentarme tal cual soy“, afirma Marion Harper, encauzando así nuestra conversación. Esta reflexión personal, bellamente presentada, y producida por Aleix Iglesias y Luup Records, es una hortensia que ha querido sacudirse el algodón de azúcar para abrazar una etapa de mayor madurez musical y con un discurso más personal.

Esta nueva Marion, quien incluso ha decidido aparcar la guitarra para iniciar un viaje más electrónico, ha conseguido con Hydrangea, su tercera producción discográfica, no sólo conectar con su audiencia de una manera aún más personal (sus seguidores en Instagram le han ayudado a escribir uno de los temas del álbum), sino que este disco, como ejercicio de reflexión, le ha servido de plataforma para una extensa gira promocional, que incluye presentaciones en Madrid (10 de febrero – Costello Club), Barcelona (16 de febrero – Antigua Fàbrica Estrella Damm) y Berlín (1 de marzo – Badehaus), así como en la próxima edición del Primavera Sound.

¿Cuál crees que ha sido la gran diferencia entre Cotton Candy e Hydrangea? Para ti como artista y lo que esperas transmitirle al público.

Para mi como artista, el mayor cambio han sido las letras. Aunque más que las letras, es más lo que queremos transmitir con cada canción. En Cotton Candy estaba como esta capa de algodón de azúcar que lo tapaba todo y lo hacía todo muy dulce, y yo soy de escribir letras no muy felices. Entonces con Aleix (el productor), sí que hacíamos canciones aparentemente alegres pero con letras un poco oscuras. Mientras que con Hydrangea he querido presentarme tal cual soy, sin ningún tipo de filtro, y es por eso que creo que es el trabajo más personal que he hecho hasta ahora.

Pero, esa capa de azúcar de la que hablas, ¿Se trató de los productores interviniendo en el proceso y tratando de presentar un producto más accesible al público?

No, no del todo. En el estudio trabajamos juntos, Aleix y yo, y los dos vamos montando la canción. Además, eso era lo que buscábamos con ese disco (Cotton Candy). Esa estética como ochentera, ese rollo como más alegre, esa era la idea.

¿Y crees que la gente se dará cuenta del cambio entre álbumes?

Yo creo que sí. Nunca decimos que es un cambio brusco sino más bien una evolución. El sonido ha evolucionado a algo más electrónico porque queríamos darle más fuerza a la propuesta. Entonces, dijimos, vale. Las baterías son clave y también la electrónica nos ayudó un montón. Además, yo en ese momento también estaba escuchando mucha electrónica.

¿ Y qué te ha motivado a irte hacia la electrónica tan de lleno? Porque incluso has afirmado no querer usar la guitarra en tus directos.

Sonará cliché o aburrido, pero fue una cosa del momento. Estaba escuchando electrónica y estábamos buscando que todo fuese más profundo, por así decirlo. La verdad, se inició de esta manera. Aleix y yo empezamos a trabajar juntos. Yo hago las canciones con la guitarra y las letras; otras veces, Aleix compone la base y me la envía y yo canto encima. En este caso, fue algo en conjunto, de oir cosas y decir ‘esto me gusta’, este álbum se creó así (…) Aleix es súper fan de Banks(cantante de R&B y trip hop norteamericana), y la escuchábamos mucho durante la producción del disco, y yo soy fan número uno de Lorde. Antes también nos comparaban con The XX, antes no sé si tanto, pero ahora creo que el rollo sí que se parece un poco más. También me gusta M83.

Has usado fotos de tu infancia para este disco, ¿Qué mensaje hay detrás de estas imágenes?

El título del disco es Hydrangea, que significa Hortensia, y las hortensias lo que tienen es que depende del sitio donde crezcan, salen de un color o de otro. Yo creo que todas las experiencias que hemos vivido, todas las personas que hemos conocidos, todos los lugares donde hemos estado, nos moldean. Esas fotos son de cuando yo era muy pequeña. Yo nací en Uruguay y esas fotos son en una playa en Uruguay, son recuerdos muy bonitos de mi infancia y esas imágenes marcan un recorrido.

¿Y cómo fue el proceso de producción con un álbum tan personal? Porque, aunque tengas una relación muy estrecha con tu productor, debe ser difícil exponer tu vulnerabilidad.

Yo soy un poco patata (risas) y me cuesta mucho soltar las canciones que escribo. Yo soy de las que escribo, borro, rompo, vuelvo a empezar, esto no me gusta, tacha. Una vez que tengo lo que creo que más o menos me gusta o la canción finalizada, me cuesta un montón darla porque siento que es algo tan mío. Por suerte, estoy trabajando con un equipo súper bonito y Aleix se porta muy bien siempre y me aguanta todo.

Si Hydrangea es un álbum tan personal y tan íntimo, ¿Qué te queda por decir?

Ha sido un álbum personal porque ha sido un ejercicio de introspección enorme y es lo que le da el toque personal, pero no se trata de que estoy mostrándome y revelando mis secretos. Más bien, ha sido un proceso mío, que nunca había hecho y que no nos planteamos lo suficiente, que es mirar dentro de nosotros mismos. Yo suelo mirar al otro para saber qué está sintiendo, pero suelo mirarme muy poco a mí misma. Es interesante que lo hagamos y yo con este álbum he querido invitar al público a que lo hiciese. Así que no es tanto un álbum personal, de mis secretos, sino más sobre este proceso y lo que ha sido para mí.

¿Y porqué crees que pasa eso? ¿Crees que la gente evita hurgar en sus secretos?

Creo que sí. A mi me costó un montón. Antes con Cotton Candy escribía canciones a mis amigas o contaba historias en tercera persona y ahora he querido convertirme en la narradora en primera persona, introducirme y contar mi experiencia, cómo lo he vivido yo. Parece un poco egocéntrico pero, al final, no lo hacemos nunca.

No creo que sea egocentrismo, más bien se trata de un proceso que puede ser doloroso y hasta liberador, ¿Cómo definirías tu proceso?

Creo que un poco de las dos cosas. Al principio fue doloroso porque pensaba que no sería capaz de hacerlo. Por ejemplo, uno de los ejercicios que hice fue escribir una canción y al cabo de unos meses, volvía a coger la canción y la reescribía, pero con ese nuevo enfoque después de cierto tiempo: cómo lo veía antes y cómo lo veía después; qué ha pasado durante ese tiempo, qué me ha hecho cambiar de punto de vista. Eso fue muy interesante porque empecé a ver cosas. El tema Ice Cream nació de un post de Instagram en el que pedí a la gente que escribiera la primera frase o palabra que les viniera a la cabeza. Después cogí todas esas frases, las hice mías y construí una historia. Es decir, les pase mi filtro y me pregunté: a ver, qué es esto para mí.

Entrevista publicada originalmente en Crazyminds.es

Published by Cherry Adam

Moody experimentalist. Hypersensitive & Noir moments Photography, Essays & Sound Experimentation

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