EMDR y la oscuridad sin nombre

EMDR-essay
 

Cuando papá murió, mi mundo se derrumbó. Era la primera vez que reconocía un episodio depresivo, aunque no sabía que estaba experimentando uno. Mi voluntad de vivir se desvaneció por completo. Vengo de una familia deconstruida. Con una historia de violencia doméstica y desconexión emocional. No sabemos cómo amar. Mi madre se divorció de mi padre, después de años de abuso, cuando yo era una niña. En el proceso de convertirse en su propia persona y criar una familia, comenzó a cerrarse. Intentó sobrevivir a un debate interno en el que la salida fácil hubiese sido derrumbarse.

Audre Lorde, en su ensayo “Eye to Eye”, escribe: ““Mi madre me enseñó a sobrevivir desde muy temprana edad con su propio ejemplo. Sus silencios también me enseñaron aislamiento, furia, desconfianza, autorrechazo y tristeza. Mi supervivencia estaba en aprender a usar las armas que me dio, también, para luchar contra esas cosas dentro de mí, sin nombre”“. ¿Qué otra cosa podía hacer? Una mujer soltera con tres hijos. Una tristeza y cicatrices profundas. Ella hizo lo que pudo para sobrevivir. La supervivencia es el mejor regalo de amor.

Durante mi adolescencia, lidié con trastornos alimenticios. Intenté suicidarme una vez. Estaba convencida de que no valía nada. Esto, a pesar de ser vista como alguien afortunada, feliz y exitosa. Después de la muerte de mi padre, me transformé en una sombra. Negando y previniendo cualquier vestigio de creatividad. Al convertirme en un automatismo de mi propio ser, no necesitaba enfrentar el mundo en términos de dignidad sino en base a mi productividad. A pesar de todo, tenía una vida “normal”. Tenía amigos, relaciones. Terminé la escuela y viajé por el mundo. Cuando digo “normal”, me refiero a ser una adolescente que se odiaba a sí misma y tomó un montón de píldoras a los catorce años para terminar con su vida.

Leer Sci-Fi y Black Quantum Futurism, me llevaron a descubrir los conceptos de la conciencia temporal. El hecho de que podemos tener múltiples perspectivas seculares operando simultáneamente. Me pregunto si alguno de esos paisajes incluye una versión feliz de mi yo. Parece extraño y lejano estar realmente contenta con lo que tengo. Siempre existe esa sensación de estar al límite. Esperas que algo te empuje. De dejarte ir por completo. No tengo nombre para mi oscuridad. Desearía poder darle uno para saber cómo tratarle.

La crisis existencial

En algún momento de mi vida, comencé a experimentar una suerte de crisis existencial. Empecé a cuestionar todo, desde quién era hasta el propósito de mi vida. Mi única conexión con el amor era a través de personalidades narcisistas. Los vampiros emocionales, como me gusta llamarlos. Las personas que te dan por sentado, que te usan, que te drenan y, finalmente, te dejan perplejo y más vacío que antes. “Hay mitos de autoprotección que nos mantienen separados unos de otros y generan dureza y crueldad donde más necesitamos suavidad y comprensión“. (“Eye to Eye”, Audre Lorde)

Esa crisis me llevó a tratar con terapia nuevamente –después de un intento fallido durante mi adolescencia. Sin embargo, hay algo sobre los ‘daddy issues’’ y los terapeutas masculinos que me afectó especialmente y, después de un año y medio, decidí dejarlo. Gran error. Enorme. Una vez más, estaba a merced de los monstruos. Los que identifican tu debilidad y chupan tu sangre con intensa crueldad. Los pensamientos suicidas aparecieron de nuevo. Lo sentía todo, profundamente. Mi propia existencia era insoportable. Quería acabar con mi vida.

Papi, tenía que matarte pero
Moriste antes de que me diera tiempo
Saco lleno de dios, pesado como el mármol(…)
Bit my pretty red heart in two
Tenía diez años cuando te enterraron
A los veinte intenté suicidarme
Para volver, volver a ti(…)
If Si he matado a un hombre, he matado a dos–
El vampiro que dijo que eras tú
Y bebió mi sangre por un año(…)
Siempre supieron que eras tú.

–Papi, Sylvia Plath

 

Intentos fallidos

Varios intentos de seguir adelante me hicieron amargada y difícil de alcanzar. No me siento cómoda cuando me tocan. No sé cómo ser suave y dulce. Solía confundir ‘vampiros emocionales’ con amor verdadero. El año pasado, después de evitar la vulnerabilidad casi toda mi vida, me di la oportunidad de probar una “aventura romántica”. ¿Cómo puedo estar preparada para eso? Si me maltrato y uso mi dolor para sentir algo. Encontraría la respuesta en una de las experiencias más traumáticas de mi vida: Un viaje de verano a Estonia con un completo desconocido.

Sin embargo, estoy agradecida. El nivel de violencia emocional que experimenté fue tan intenso. La forma en que un hombre, a quien no le importas, puede tratarte, tocarte, hablarte, es perversa. Se trata de alguien con un solo propósito: Es tu culpa estar rota. Es un monstruo que te asusta. Tu mente internaliza el dolor y la violencia, para luego disociarse. Estaba allí, pero no estaba. Recuerdo caminar en espiral hacia la casa. Aprendes lecciones difíciles a través de las experiencias. Fue una revelación. ¿Dónde estoy cuando no estoy en la realidad o en mi imaginación?

Si ella fuera a cantar
una tempestad de viles blasfemias saldría de su boca
Entonces ella hizo un voto de silencio

–This Is Not A Burial, It’s A Resurrection (2019)

 

EMDR

En julio de 2019, a mi regreso de Estonia, decidí volver a terapia. Lo primero que pensé fue en buscar a una terapeuta. Existe un intento palpable de aplicar violencia patriarcal en el ámbito de la terapia. Quería sentirme cómoda compartiendo algo que la mayoría de los hombres no consideran problemático sino victimización femenina. Después de contactar a un par de psicólogos, concerté una cita con Cristina. Aquí es cuando comenzó mi viaje con el EMDR.

La Desensibilización y Reprocesamiento del Movimiento Ocular, EMDR (por sus siglas en inglés), es una terapia para tratar el trastorno postraumático. Pretende aliviar la angustia asociada con recuerdos dolorosos y cualquier otra experiencia adversa. Nuestro cerebro es tan poderoso que cuando algo terrible nos sucede, para sobrevivir, bloqueamos esos recuerdos. Tomamos el dolor y lo enterramos profundamente en nuestra psique. A veces, puedes vivir con ese pequeño secreto. Aunque, está ahí, listo para atacar en cualquier momento. Las personas con trastorno postraumático tienden a reaccionar con enojo. Es solo el miedo, tratando de escapar desde adentro.

Esta terapia tiene una variante que involucra sonidos, un tic que va de un lóbulo a otro para llevarte a una suerte de estado de hipnosis. El terapeuta te pide que conectes con un recuerdo doloroso para contextualizarte. Desde allí, tu mente asume el rol principal. Mi primera sesión tuvo lugar la segunda semana de julio, algunos días después de mi regreso de Estonia. Estaba traumatizada y disociada al mismo tiempo. La vida diaria era abrumadora.

Las sesiones

Durante el EMDR vi una playa –una escena bucólica de Saaremaa, la isla de Estonia. Vi púrpura y verde oscuro. Todo estaba rodeado de algas. La cara de ese hombre también estaba allí, incisiva y burlona. El mar me llamaba. Mi mente me llevó allí. También fue la primera vez que vi mi espectro. Un espíritu melancólico que siempre está conmigo. Me recuerda que, en cualquier momento, puedo acabar con mi vida y el dolor habrá terminado. Sin embargo, no es aterradora, solo está allí. Una representación física de mis pensamientos suicidas.

Las siguientes sesiones ocurrieron principalmente bajo el agua. Vi azul profundo y verde. El mar me produce mucha paz. Siempre recurro a él. Es una forma que tiene mi subconsciente de indicarme un camino a seguir, si todo lo demás no funciona. Me resulta trágico y conmovedor. Y es que así soy yo.

A medida que avanzaban las sesiones, convertí a mis padres en criaturas mitológicas: papá era Neptuno y mamá una Amazonas. La violencia estaba representada como un clima tormentoso. Siempre me encuentro con mi yo pequeña, una parte muy crítica de mi interior. A veces está asustada, otras furibunda y tiende a ser muy cruel. Mi antigua casa es un campo de batalla destruido. También vi a mis perros. O la representación ideal de la persona que algún día amaré. He protegido a mis hermanos. Vi dolor, sangre y mis miedos. El cerebro está tan hiperestimulado que las primeras dos o tres semanas tienes sueños vívidos casi todas las noches.

Un año más tarde

Durante un año, me he enfrentado a todo tipo de experiencias. He revivido mi niñez y adolescencia, una y otra vez. Me he despojado de ese yo traumatizado. La hipérbole de supervivencia. Al enclaustrarme en mi psique, he comenzado una transformación. Este mega romance conmigo misma. He experimentado dolor, serenidad, clarividencia. Descubrí que soy una persona emocionalmente hipersensible. Mi vida está llena de altibajos que se ven y suenan como leones que rugen, fuegos artificiales, auroras boreales, erupciones volcánicas, tornados y puestas de sol.

Comencé a reclamar mi espacio como ser creativo. Mi autocrítica y falta de valía siguen ahí. Pero me estoy permitiendo ser artista, creadora, poeta, músico, humano, amante, amiga, sanadora. El camino aún es largo y embarrado. Pero estoy agradecida por los que todavía están aquí conmigo. Así como los que estuvieron, los que me hicieron daño y los que trataron de cuidarme. El proceso se inició hace un año. Si estás leyendo esto, tenme paciencia. Apenas estoy empezando a recorrer el camino que me ayudará a sanar y me llevará a convertirme en la persona que amo.

La belleza estoica, su carácter solitario, su valentía, su vida hecha a mano, su trabajo, indivisible, no impulsado o esperando el reconocimiento mundano para validarla, darle palmaditas en la espalda y decirle a dónde ir y qué hacer después”.

– From ‘Girls Against God‘.

 

 

 

 

Published by Cherry Adam

Moody experimentalist. Hypersensitive & Noir moments Photography, Essays & Sound Experimentation